En Medio del Engaño: El Magdalena Medio y el Banco Mundial

La reciente publicación del libro En Medio del Magdalena Medio, escrito por Alfredo Molano, nos ofrece la oportunidad para reabordar varios temas de importancia política en el país: la concertación social como mecanismo de resolución de conflictos; la palma africana como alternativa para el país y el papel del Banco Mundial.

Molano tiene una postura muy favorable a la palma africana y al Banco Mundial, algo que puede sorprender a más de un lector de sus columnas en El Espectador y, sin sorpresa alguna, cree firmemente en la concertación social como mecanismo de desarrollo.  Aquí trataré de abordar las cuestiones políticas y no hacer una critica periodística del libro como tal, aunque algún elemento de eso es inevitable. Sin embargo, es necesario decir que el libro está repleto de imprecisiones y errores, aunque por cuestión de espacio no van a ser consideradas en este escrito.

En 1998, más de 10.000 campesinos tomaron a Barrancabermeja y la ocuparon durante 103 días.  El Éxodo Campesino, como es conocido, fue motivado por el incumplimiento de los acuerdos firmados con el gobierno en 1996, la pobreza y abandono estatal y la violencia ejercida contra las comunidades del Sur de Bolívar y el Valle del Río Cimitarra.  Esa violencia era generalizada en toda la región.  Previo a la movilización se creó la Mesa Regional, conformada por la Asociación Campesina del Valle del Río Cimitarra (ACVC) y la Asociación Agrominera del Sur de Bolivar, hoy la Federación Agrominera del Sur de Bolivar (Fedeagrominisbol).  En el libro comentado se nos presenta una visión distinta, ya que se nos dice que el punto central de “discusión fue la vigencia plena de los derechos humanos, en especial la preservación de la vida de los  habitantes del Valle del Cimitarra.”  La realidad es que se trataba de la preservación de la vida de los habitantes del Valle del Cimitarra y el Sur de Bolívar en su conjunto y además de toda una serie de demandas sociales y económicas.  Tanto que de los voceros de la Mesa, tres eran de los agromineros, entre ellos el hoy desaparecido dirigente Edgar Quiroga y tres eran de la ACVC, entre ellos Libardo Traslaviña, quien se encuentra en el exilio.  Molano sigue  informándonos que “en esta mesa jugaron papeles estelares CREDHOS, OFP y PDPMM”, ignorando el papel estelar de las  dos organizaciones sociales de la región para alabar a organizaciones que no formaban parte de la Mesa sino que fueron acompañantes del Éxodo. 

La confusión sigue.  Molano luego habla de las movilizaciones de 98 por parte de lo que él llama los mineros (en realidad campesinos y pequeños mineros agrupados en la Asociación Agrominera).  En ningún momento está claro que esas movilizaciones son parte del Éxodo y no algo aparte.  Parece que Molano no valora para nada a la Asociación Agrominera.  Su desden y tergiversación de su papel queda plasmada en la siguiente cita “El Gobierno declinó la protección de los descubridores y mineros originales, pero el ELN los apoyó y pronto los agenció.  El conflicto quedó así planteado y explicaría buena parte de las movilizaciones populares”.  Molano no se atreve a poner nombre y apellido a los mineros agenciados por el ELN, pero así quedan señalados los mineros y su lucha sólo es el resultado de los oficios del ELN y su afán de agenciar a los mineros.  Si José Obdulio hiciera semejante declaración, Molano con toda seguridad dedicaría una columna en El Espectador a sus exabruptos y señalamientos peligrosos.  Aquí es él quien lo hace, no sabemos porque razones.

Es curioso que Molano tergiverse la historia del Éxodo y señala a unos pero nada nos dice del contenido de los acuerdos firmados después del Éxodo y el Plan Integral, fruto de esa movilización.  Eso lo hace a propósito, pues no se puede citar al Plan Integral y a la vez alabar al PDPMM (Plan de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio) y el Banco Mundial.  Frente a la economía,  el Plan Integral dice que:

Se partió de reconocer que todos las problemáticas se abordan como derechos y no como simples necesidades insatisfechas, teniendo claro que los derechos políticos, económicos, sociales y culturales (DESC) son verdaderos derechos consagrados en los tratados internacionales de derechos humanos y en la constitución política, por tanto exigibles y justiciables.1

Dicho de otro modo, los movimientos sociales no estaban buscando limosnas del Banco Mundial ni la obra caritativa de los curas sino revindicaban sus derechos como tal.  La brecha entre esto y el discurso del PDPMM y Molano es gigantesca.  El documento está repleto a referencias negativas a la palma africana y a la globalización.  Entrevisté a Francisco de Roux el director del PDPMM en abril 2002.  Eran otros tiempos, no estaba muy prevenido sobre el tema y la verdadera visión del PDPMM, y por tanto arrojó la siguiente perla:

El campesino tiene que vincularse a los grandes procesos que hacen que la tierra del Magdalena Medio sea interesante para las grandes inversiones de dinero.  Y esos proyectos son los proyectos de productos tropicales permanentes.  Si el campesino no entra en eso el campesino se va a ir de la región.2

Dejemos de un lado la publicidad, las fotos de campesinos sonrientes, el manejo, la distorsión y la manipulación de las cifras.  La postura del Banco Mundial es esa y así lo expresa De Roux: su meta es vincular al campesino con el gran capital.  En ese contexto, hablar de Palma Campesina parece un mal chiste.  Empero, Molano en su afán de validar al PDPMM hace caso omiso a la realidad.  No es algo nuevo de su parte.  En el 2002 escribió un documento interno para la coordinación europea de ONG religiosas OIDACHO donde él afirma que las críticas a la palma expresadas en el libro La Estrategia Integral del Paramilitarismo en el Magdalena Medio no tienen sustento.  Cordaid, la entidad que financió el estudio de Molano, quería a alguien ‘neutral’, pero Molano nunca ha sido neutral frente a la palma y el Banco Mundial.  Lo que pasa es que no se destapó públicamente hasta ahora.  ¡Enhorabuena, Señor Molano!

La Propuesta del PDPMM

Entonces, ¿qué hay de la propuesta del PDPMM y el BM?  Según el PDPMM es algo novedoso que ofrece una alternativa económica al campesinado y una nueva forma de construir el Magdalena Medio o, como dice Molano, de robarle gente a la guerra mediante proyectos productivos.  La propuesta es mucho más que una cuestión económica, es un asunto de concertación social entre los campesinos, el gobierno nacional y el capital extranjero.

Lo primero que podemos decir respecto a esta propuesta es que de nueva no tiene un pelo.  La propuesta es bastante vieja y ni siquiera es colombiana.  Es una idea copiada de Asia.  Malasia, hoy en día, es el principal país palmero del mundo, tanto en términos de producción como en hectáreas sembradas.  No siempre fue así.  La crisis económica de Malasia y el cultivo de caucho en los años 50 llevó, bajo la dirección del BM, a un leve cambio en la estrategia agrícola del país.  Ya no dependería de caucho, sino de caucho, palma y otros monocultivos.  En 1956 el gobierno arrancó con un programa para tumbar la selva, y los reductos guerrilleros que vivían en ella, reemplazándolo con palma africana.  La entidad encargada de esto era la Autoridad Federal de Distribución de Tierras (FELDA), algo parecido a una mezcla del  antiguo INCORA y FINAGRO en Colombia, pues no sólo promocionaba distintos cultivos sino que llevó a cabo una reforma agraria expandiendo la frontera agrícola, tumbando selva, y entregando la tierra a colonos.  En los proyectos de FELDA, los campesinos recibían unas cuantas hectáreas (un promedio de 8 hectáreas hoy en día) y subsidios del Estado.  Ellos se asociaban con empresas para vender sus productos y así se garantizaba un ingreso.  FELDA inclusive tiene su Finca Campesina, aunque ellos lo llaman jardín comestible.  Poco a poco se expandió el cultivo de palma hasta tal punto que hoy FELDA tiene 811.140 hectáreas de tierras agrícolas. Unas 722.946 hectáreas de esas tierras están sembradas con palma africana, o sea 84.7%.  ¡Eso es el doble de toda la palma africana en Colombia!  Y, sin embargo, hay quienes quieren hablar de Palma Campesina.

A la vez que el gobierno malayo promocionaba el cultivo entre los pequeños productores, en programas como FELDA (hay por lo menos dos programas más), también fomentaba el cultivo entre los grandes productores, así que hoy, hay más de 4 millones de hectáreas de palma en Malasia, ocupando 65% de las tierras agrícolas del país. El caso de Colombia es parecido.  Mientras las ONG, como el PDPMM, y las grandes agencias de cooperación miembros de OIDHACO, como OXFAM, Christian Aid, Secours Catholique (Caritas Francia), ensalzan los beneficios de la mal llamada Palma Campesina, el gobierno fomenta su cultivo entre los grandes terratenientes.  Tanto que en 2008, según el Anuario Estadístico de Fedepalma, FINAGRO otorgó créditos por un valor de 141.393 millones de pesos, 92.2% de los cuales estaban destinados a nuevas siembras de palma.  Los pequeños y medianos productores recibieron 13.5% de esos créditos y los grandes 86.5%.  Los palmeros colombianos, al igual que sus homólogos malayos, piensan a grande escala.  El propósito de Fedepalma es llegar a unas 800.000 hectáreas para el 2020, pero hay académicos, como María Aguilera  (a quien Molano cita favorablemente), y políticos, como Álvaro Uribe, que públicamente hablan de sembrar 3.5 millones hectáreas de palma en Colombia, cuando la totalidad de las tierras con cultivos es algo más de 4 millones de hectáreas.

Hay otros aspectos que tampoco son novedosos.  Para el PDPMM, el papel del BM es una señal de su compromiso con la sociedad civil y para Molano el BM, el gobierno de Japón y la Unión Europea protegen a los campesinos.  Se quiere dar la impresión que, a finales de los noventa, el BM tuvo una revelación, una epifanía, como dirían los curas que manejan el PDPMM.  Sí, tuvieron una revelación: por fin habían encontrado a curas y sociólogos para hacer el trabajo sucio del BM, porque éste y la UE no son novatos en la industria palmera. Valga recordar que,  para finales de los 60, los principales financiadores de las siembras nuevas eran el Banco Mundial, el Fondo Europeo de Cooperación y la entidad francesa Fondo de Ayuda y Cooperación.3  Aunque debemos agradecer a Molano y el PDPMM pues, durante muchos años, De Roux negaba cualquier nexo con el BM, a pesar de la abundante documentación oficial en la pagina web del Banco afirmando lo contrario.

La cuestión del tamaño de la finca y la totalidad de tierras sembradas con palma siempre se ha presentado como una defensa.  Según De Roux, sus proyectos no son neoliberales porque solo son siembras de 10 hectáreas por campesino (dos más que en Malasia) de fincas cuya extensión no suele superar las 30 hectáreas y, además, ellos fomentan huertas (el “jardín comestible” de Malasia).  El tamaño de la siembra no es prueba de nada.  En Malasia son de 8 hectáreas, en Indonesia de uno o dos hectáreas, según un informe publicado por Cordaid comparando los cultivos del Chocó con los de Indonesia.4  Y, además, en Indonesia se habla de tener siembras de 11.2 millones hectáreas para el 2025.5  La vinculación del campesino a los circuitos económicos internacionales, como un peón en su propia tierra (algo que Molano ha denunciado en otros escritos), es lo que es clave y el cambio en la vocación agrícola de la tierra, porque donde antes se producían cultivos de pancoger, hoy se producen cultivos como palma, caucho y cacao para mercados externos.

Dado que el BM financia muchos proyectos pequeños, el tamaño de la siembra no nos indica nada sobre el proyecto.  Pero, esto no es solo el caso cuando se trata del BM sino de las empresas privadas.  La expansión de los cultivos de palma, por medio de alianzas con los campesinos, es la estrategia de las mismas empresas palmeras, como Indupalma en el Sur del Cesar.  Indupalma es una de las empresas palmeras más grandes del país.  Es un líder en el sector y es la empresa que organizó la Alianza Estratégica y las Cooperativas Asociadas de Trabajo.  En el sector palmero ambas datan de 1995 cuando Indupalma propuso al sindicato Sintrainudpalma que se formara alianzas y cooperativas.  El sindicato se negó y, en pleno pliego de peticiones, los paramilitares asesinaron a 4 de sus dirigentes y desaparecieron a otro.  Así nacieron.  Esta empresa, es un gran promotor de Palma Campesina.  Hoy día la empresa tiene, según la revista Portafolio, 10.500 hectáreas propias y 12.000 más, operadas por campesinos, o sea, el doble de lo que tienen los campesinos vinculados al PDPMM.  Esto no es nada sorprendente, pues desde hace varias décadas esa es una de las estrategias principales para expandir el cultivo.  Todo el mundo fomenta la, mal llamada, Palma Campesina, el PDPMM, el BM, Indupalma y también Fedepalma y el concepto no es colombiano, ni de los curas, sino del BM y los gobiernos de Malasia e Indonesia, entre otros.

El otro argumento está relacionado con la extensión de los cultivos del PDPMM.  Molano nos dice que el programa tiene apenas “6.000 hectáreas de palma de las de más de 300.000 que hay en el Magdalena Medio.  Es decir, el 2%.”  Una vez más tropezamos con la falta de rigor de Molano.  Según el Anuario Estadístico 2009 de Fedepalma hay 336.956 hectáreas de palma en todo el país y de esas 87.525 corresponden a lo que Fedepalma llama la zona central, es decir, el Sur del Cesar, Sur de Bolívar, Santander y Norte de Santander.  Una gran parte de eso pertenece a los grandes cultivos de Puerto Wilches y de Indupalma.  Aunque el porcentaje es más alto de lo que nos dice Molano,  no se trata de una pelea sobre el porcentaje que corresponde al PDPMM en una región determinada.

Cuando el PDPMM entró a la zona a trabajar el tema de la palma comenzaron una labor ideológica entre los campesinos para convencerlos de las bondades del cultivo y el modelo de producción, pues como bien señala el Plan Integral que mencionamos antes, los campesinos no veían en la palma una salida y se oponían frontalmente a dicho cultivo.  Gracias a la campaña ideológica pudieron convencer a muchos campesinos, pero el alcance de su trabajo va más allá de los campesinos que ellos vincularon.  Con un modelo, parecido el Programa MIDAS de USAID, tiene actualmente 52.875 hectáreas de palma.  Según USAID 7.335 hectáreas corresponden al Sur de Bolívar, 7.672 al Sur del Cesar y 9.375 a Santander, entre otras regiones del país.6 No se puede mirar el tema del PDPMM aislado de lo que ocurre en el resto del país.  El programa es un componente importante de una iniciativa mucha más grande que el PDPMM, De Roux y el Magdalena Medio.  Si el tamaño de las fincas y la extensión total de las siembras fueran importantes a la hora de evaluar el papel neoliberal de los proyectos se podría elogiar a la totalidad de las siembras de palma en Colombia, incluyendo a las de Urabá, con el argumento de que Colombia apenas representa 1.9% de la producción mundial de aceite de palma frente al aproximadamente 85% que representan Malasia y Indonesia.    Claro, nadie aceptaría a primera vista tal comparación, pero eso no impide que tanto Molano como el PDPMM utilicen un argumento similar frente a los cultivos del programa. Para De Roux se trata de “un producto agroindustrial sostenible a largo plazo llevado por los campesinos” y no se hace en forma de plantación.  “hay que hacerlas en fincas pequeños”.  De Roux dice que el problema con la palma no es el cultivo sino el modelo.  Tiene razón, pero el modelo del programa es el mismo que la industria palmera mundial, donde uno encuentra cultivos en finca pequeñas a nivel mundial y donde hay una gran expansión de los pequeños cultivos, siempre vinculados al gran capital, y esas inversiones que hacen atractivas las tierras del Magdalena Medio para las grandes inversiones.  Además, como reconoció De Roux en el lanzamiento del libro que comentamos, se trata del modelo y ese modelo se aplica a otros cultivos como el caucho y el cacao y en las fincas campesinas hay unas 50.000 hectáreas de palma, caucho y cacao en producción.  Los tres grandes exportables de la Apuesta Exportadora revelada por el ex ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias, hace unos años.  Se trata de poner las tierras colombianas al servicio de mercados y capitales extranjeros.  No se trata de la cantidad de hectáreas frente al total sino del modelo y todo lo que abarca.

Molano nos asegura que la Palma Campesina “cumple en principio una función principal: contrarrestar la imagen que ONG nacionales y extranjeras y la izquierda colombiana han fundamentado sobre el cultivo de palma: una actividad económica de enclave extractivo, depredadora del medio ambiente, expulsora de campesinos y colonos y explotadora de mano de obra”.  ¿De quien habla Molano?  Quizás del autor de los siguientes comentarios:

El día de mañana se verá que tal proyecto [la palma]tenía, como tiene, dos secretos gemelos: el narcotráfico que traía los dólares y los paramilitares que fungían —para usar el lenguaje académico de moda— como autoridades y fuerzas de ley. Sobre estas bases se ha echado a andar el proyecto de biocombustibles, enmarcado por una política petrolera que consistió en la progresiva privatización de Ecopetrol, cuya condición fue el debilitamiento a tiros de la Unión Sindical Obrera y que tuvo a su vez como requisito la liquidación de sus bases sociales a sangre y fuego.

La toma de Barranca por los paramilitares entre 1998 y 2002 está viva aún. Hoy, pues, Ecopetrol, sobre tales fundamentos históricos, diseña una macropolítica bioenergética que incluye la construcción de una gigantesca planta de transformación de corozo de palma en combustible. No creo que semejante estrategia haya sido craneada en una oficina por un equipo. Quizás ha sido más bien la convergencia de resultados y “positivos”, muchos improvisados y algunos hasta de buena fe.7

¿Quién se atrevió a efectuar semejante acusación contra la palma?  Pues, ni más ni menos que Alfredo Molano en otro de sus escritos.  Esto indicaría que, al parecer, Molano tiene un doble discurso: uno para un público amplio que lee sus columnas de prensa y otro privado para los reducidos círculos de las ONG europeas.

El trabajo ideológico no se limitó a convencer a los campesinos sobre un cultivo u otro sino sobre su papel en la sociedad y el modo de resolver sus conflictos.  El modelo propuesto por el PDPMM es bien distinto, en cuanto se refiere a lo económico, a la propuesta de la Mesa Regional contenida en el Plan Integral.  La racha de asesinatos, judicializaciones y desapariciones de dirigentes después del Éxodo Campesino debilitó la capacidad de las organizaciones sociales de exigir la implementación de lo acordado con el gobierno.  Empero, también creó un ambiente propicio para decir a los campesinos: ¡No luchen!, ¡No hagan marchas! ¡No hagan tomas! ¡No protesten!,  pues se ofrece la posibilidad de un diálogo entre todos, donde no hay intereses y todos son iguales, aunque no quiere decir que los campesinos siempre hacen caso, pues aun cuentan con sus organizaciones y el proceso no ha acabado.  En ese sentido, la UE ayudó a crear Espacios Humanitarios donde la comunidad dialoga con las autoridades y las empresas.  En la visión del PDPMM, los gremios son los amigos del campesinado, del mismo modo que según Molano los protegen.  La siguiente cita, un poco larga, explica la visión que al respecto tienen De Roux y el PDPMM.

Lo más peligroso para el campesinado es el campesino aislado.  Un campesino que está en una vereda y llegan los paramilitares y lo atacan se va y todos los campesinos se van porque no tiene conexiones.

Si el campesino es un cultivador de caucho o cacao y está en una cooperativa y tienen un contrato Forward con las empresas que manejan el producto inmediatamente actúan [las empresas] si los campesinos son golpeados.  Si tienen crédito en la banca privada en condiciones de justicia los bancos inmediatamente intervienen si los campesinos son golpeados, porque los bancos se pierden si los campesinos se van.  Si tienen una cooperativa para mejorar la parte técnica y si los técnicos son de Fedecacao y Fedecafé y las Umatas.  Si alguien toca un campesino de esos el campesino no está solo tiene muchas conexiones.  Hay intereses políticos y sociales que lo apoyan.  Hay intereses económicos que lo apoyan.8

En la ideología del PDPMM, ¡los bancos son los amigos de los pobres y además actúan en contra de los paramilitares!  No sé en que mundo sucede eso, pero es la visión del PDPMM. Con dicha lógica, es de suponer que ahora, cuando el ex presidente de Fedecafé es el Ministro de Defensa, el Ejército defenderá a los campesinos y evitará que los paramilitares los asesinen.  En caso de que no actúen a tiempo ¿cuál será la propuesta del PDPMM?,  pues el diálogo.  En el 2006, cuando el Ejército asesinó al dirigente de Fedeagrominisbol Alexander Uribe, el PDPMM lo describió como un asesinato.  No tuvo reparos en llamarlo por lo que era, el asesinato de un dirigente popular.  Sin embargo, De Roux acusó a los dirigentes de Fedeagrominisbol de una falta de magnanimidad con los militares después de su negativa para reunirse con los militares.  Ellos exigieron una reunión con las autoridades civiles no con los asesinos de su dirigente.  Pero según De Roux debieron estrecharles la mano.

No fue un lapsus de su parte.  Es la política del PDPMM.  Según las declaraciones hechas por De Roux en la ‘desmovilización’ del Bloque Central Bolívar de las AUC “en el complicado problema en que estamos metidos los colombianos, la justicia sin perdón es la venganza sin salida.”9  En este caso, su actuación fue más aberrante, el cadáver de Alexander Uribe ni se había enfriado y De Roux quería que la comunidad diera el primer paso hacía el perdón, dando la mano a los verdugos del Ejército.  Molano hace eco de esto y nos informa que “parece cierto que hay una predisposición mayor al perdón de los crímenes, cometidos por todas las fuerzas, que a la retaliación y la inercia de la cadena de la violencia.”  Para Molano y el PDPMM, el perdón en pro del ‘progreso’ es bueno, el pueblo debe renunciar a su derechos de declarar “¡Ni perdón, Ni olvido!   ¿Quién perdona a quien? Y ¿qué es lo que están perdonando?  La realidad del Magdalena Medio y el resto del país es que se exige al pueblo, empleando el eufemismo del ‘perdón’, que olvide lo que pasó, quién lo hizo y cómo se beneficiaron de sus crímenes.  Los beneficios no solo son individuales sino colectivos.  El despegue de la propuesta del PDPMM y del BM es, como ya se dijo, el resultado de la invisibilización de la propuesta de las comunidades en el Plan Integral, mediante el asesinato de centenares de dirigentes del Sur de Bolívar y el Valle del Río Cimitarra.  Y como Molano nos dice en El Espectador, la privatización de Ecopetrol también es producto de la violencia. 

A la vez que el pueblo perdona, paradójicamente, según Molano aprende y se atreve a denunciar los crímenes cometidos en su contra.  En su visión del mundo esto se debe al PDPMM.  “El tema de la paz no era extraño, tampoco el de los derechos humanos, pero la posibilidad de discutirlos, y por tanto, de manera tácita, denunciar los mil atropellos y crímenes silenciados, es el primer gran reconocimiento que se debería hacer al PDPMM”.  Aquí, Molano atribuye un protagonismo histórico al programa, lo cual no tiene el más mínimo sustento.  Mucho antes de la fundación del PDPMM, en la década de 1990, las organizaciones sociales y de derechos humanos venían denunciando “los mil atropellos y crímenes silenciados” como la Red 07 de la Armada, para nombrar un solo caso.  Pero el tema de la denuncia por parte del programa es complicado.  No es tan sencillo que el programa fomente la denuncia, aunque si ha firmado denuncias y las publica en su página web.  Entrevisté a varios dirigentes populares en el 2002 para el libro La Estrategia Integral del Paramilitarismo en el Magdalena Medio, y varios de ellos recordaban a Francisco De Roux argumentando en contra de hacer denuncias.  Así, el Colombia Support Network en los Estados Unidos tuvo que romper sus relaciones con el PDPMM después de denunciar la convivencia de los paramilitares y la Fuerza Pública en el municipio de Morales, Sur de Bolívar en el 2002.

Esta no fue la postura personal de Francisco De Roux sino del PDPMM como tal.  En el 2005, el dirigente de Fedeagrominisbol Isidro Alarcón fue detenido junto a dos mujeres (su ex compañera y su entonces compañera sentimental) en Micohumado, municipio de Morales.  Enseguida, la ONG Sembrar y la Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia emitieron unas acciones urgentes.  La Fundación Comité de Solidaridad con Presos Políticos (FCSPP) asignó un abogado para asumir el caso.  Al poco tiempo Miriam Villegas, del PDPMM, llamó a Sembrar para ordenarles que no emitieran comunicados y denunciaran el caso, pues el PDPMM ya estaba hablando con la Fiscalía, para que las dos mujeres fueran liberadas a cambio de que Isidro aceptara los cargos.  El PDPMM convenció a Isidro para que despidiera a su abogado del FCSPP y aceptara un abogado nombrado por los primeros.  Isidro aceptó los cargos,  es decir, que su trabajo de dirigente correspondía a una actividad delictiva, y  no se hicieron más denuncias.  El PDPMM optó por criminalizar el trabajo social en la región y llegar a un acuerdo con el Estado.  Seguramente, los miembros de ese programa dirán que con ese acuerdo las dos mujeres, madres cabezas de familia, no pasaron mucho tiempo detenidas, e Isidro recibió una condena menor. Por comparación,  cuando organismos del Estado colombiano detuvieron a Teofilo Acuña, presidente de Fedeagrominisbol, él optó por luchar política y jurídicamente y salió en 12 días, libre e inocente.  Sí, es cierto que a Teofilo le pudo haber ido muy mal, pero su lucha no sólo significó el beneficio personal de la libertad sino la posibilidad de luchar contra las multinacionales mineras que quieren apoderarse del Sur de Bolívar. ¿Cómo sería la lucha contra Anglogold Ashanti, hoy en día, si Teofilo hubiese aceptado los cargos?  Simplemente, Uribe y las multinacionales dirían que esa lucha es una acción de la guerrilla y nada más, ocultando su carácter de enfrentamiento contra las multinacionales.

En conclusión, la esencia del proyecto del PDPMM, es la concertación social. En su mundo, financiado por el BM, no hay conflicto de clases, ni siquiera un conflicto de intereses.  Todo el mundo dialoga en ‘igualdad’ de condiciones y las comunidades llegan a acuerdos con sus enemigos, los paras, las empresas mineras, la UE y el Estado colombiano.  La lucha es cosa del pasado. Todo esto, sin embargo, no es criticado en el reciente libro de Alfredo Molano, que a la larga resulta avalando a un programa estratégico, que financia y apoya el Banco Mundial, para mantener la dominación y la explotación de los campesinos en diversas regiones de Colombia.

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