‘Descuidar los diálogos con Eln puede ser un grave retroceso’

El Tiempo

Por: Mateo García
20 de abril 2019 , 09:49 p.m.

Al arzobispo de Cali, monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, no le pica la lengua para hablar de política. Monsalve ha criticado al Gobierno cuando las cosas no van bien, ha cuestionado a los grupos armados y siempre ha hecho un llamado para trabajar por la paz.
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En diálogo con EL TIEMPO, aseguró que el país se aproxima a una nueva época de polarización, lo que “sería fatal”, e hizo un llamado para consolidar la paz.

A propósito de la Semana Santa, que es una época de reflexión, ¿podría decirse que el país está polarizado?

La Semana Santa nos permite ver más hacia lo vertical, hacia arriba y hacia lo horizontal en el entorno. Esa visión vertical es la de la espiritualidad, de que no solo estamos nosotros, sino que también están Dios y Jesucristo en nuestras vidas. Ahí encontraremos que hay que mantener la esperanza y mantener abierto el corazón a otras posibilidades que sean mejores que las que tenemos.

Creo que la polarización que vive Colombia es precisamente eso, que cada uno absolutiza lo suyo, que cada uno absolutiza su anhelo de poder y sus objetivos, y no entendemos que es necesario abrir espacios de interacción y de diálogo.

…vamos perdiendo la confianza en la palabra y en lo acordado, no se cumplen los acuerdos, se desprecian los pactos.

¿Cómo analiza la realidad política del país?

Hay muchos vacíos en este momento porque falta esa convocatoria más abierta, más incluyente de parte del Gobierno Nacional, a una participación que no sea solamente de apoyo a los planes oficiales, sino que sea también escuchar, darnos la cara y recuperar confianza.

El país ha perdido la confianza en la institucionalidad y vamos perdiendo la confianza en la palabra y en lo acordado, no se cumplen los acuerdos, se desprecian los pactos.
Creo que se está generando un pasillo que, lastimosamente, permite más la polarización, genera desconfianza en la población, genera desconfianza en la comunidad internacional y agudiza los problemas de violencia.

Este gobierno cumplió ocho meses, ¿cómo ve la presidencia de Iván Duque?

Todavía no toma identidad. El Gobierno todavía no tiene rostro propio, y eso es preocupante, porque los gobiernos son los interlocutores de la ciudadanía y del pueblo colombiano y de la comunidad internacional.

Creo que está muy empobrecida la interlocución. A veces los talleres Construyendo País se vuelven un comité de aplausos o de elogios. Esperemos que esa actitud más abierta llegue en los meses venideros y temas tan delicados como los que están planteando en los territorios, en las regiones, los gremios y la población a nivel nacional encuentren unos espacios y unos foros en donde todos nos concienticemos de que somos parte de la solución, antes que ser parte del problema.

Es necesario que todos entendamos que las soluciones son graduales, pero que sí hay que ponerse metas y cumplirlas, en donde todos entendamos que más que las diferencias y los conflictos tenemos factores de unidad que no podemos dejar en el tintero, como son el hecho mismo de ser una generación que está en transición de la violencia hacia la paz

¿Cómo cambiar eso que usted dice?

La Semana Santa pone una base que es la humildad. Los invito a concertar un pacto de paz, es lo que necesitamos todos los colombianos. Tenemos la responsabilidad, sobre todo los dirigentes políticos y sociales, de hacer ese aprendizaje de humildad para sentarnos al lado unos de otros, escucharnos y tener la posibilidad de construir algo juntos.

En cuanto a la ruptura de los diálogos con el Eln, ¿debería intentarse una nueva negociación?

Lo del Eln es un tema que en este momento está refundido en la política colombo-venezolana. Lastimosamente lo geopolítico ha convertido el tema en algo imperceptible desde el punto de vista de la continuidad de diálogo, y no hay una diplomacia que los rescate, por ahora.

Pero Colombia necesita mirar hacia adentro, más que hacia afuera, y hacia adentro hay un conflicto armado peligrosísimo que es con el Eln y con otras organizaciones.
Puede significar un grave retroceso para la paz del país el descuido de los diálogos con el Eln. Me parece que el Gobierno debería haber mantenido los contactos, un hilo conductor de los diálogos, cosas que eran muy difíciles de tener y no se debieron haber despreciado, y debería estar valiéndose todavía el Gobierno Nacional de algunos soportes de facilitación y apoyo a este proceso.

Nosotros, como Iglesia, estamos ahí atentos a ayudar, pero no podemos hacer nada si no hay un marco jurídico especial que nos convoque y nos permita ayudar.

Otro asunto político de estos días es las objeciones presidenciales a la JEP, que ya se hundieron en la Cámara. ¿Cómo interpreta esa ‘derrota’ del Gobierno?

Es muy delicado porque, digamos, la injerencia que están teniendo en estos temas gobiernos como el de Estados Unidos me parece que es indebido y repudiable. Las objeciones deberían retirarse por la expresión que ya tuvo en la Cámara de Representantes y por el hecho de haber sido avaladas por la Corte Constitucional. Además, por ser también, digamos, una especie de patrimonio, de un activo que se contabiliza en la comunidad internacional. La comunidad internacional contabiliza esos acuerdos y esos procesos de implementación, como la JEP, como la Comisión de la Verdad, la búsqueda de desaparecidos, como un activo de la paz.

Colombia necesita mirar hacia adentro, más que hacia afuera, y hacia adentro hay un conflicto armado peligrosísimo que es con el Eln

Hay sectores políticos que se resisten a este proceso…

Hay es que pedirle al país, y yo lo hago como pastor católico en esta Semana Santa, que no caigamos en la provocación, porque entiendo que hay una actitud de provocar, provocar y provocar.

Creo que eso es lo primero, que mantengamos la coherencia en el carácter pacífico de las protestas, de las movilizaciones, en la misma política, porque a veces la política va dando también un aire agresivo. Lo segundo es pedirle al Gobierno sensatez en sus decisiones, y lo tercero es pedirle a la gente que está persiguiendo a la JEP que entiendan que el país está llegando a una época en la que hay que confesar la verdad, que la verdad necesita ser identificada para que podamos corregir el pasado, asimilarlo y podamos garantizar la no repetición. ¿Cómo lo vamos a hacer si no tenemos acceso a la verdad?

Se avecina un paro nacional para finales del mes, ¿qué piensa de estas nuevas convocatorias?

Hay combinación de intereses. Lastimosamente, Colombia está bajo la dictadura del tema electoral, el calendario electoral hace que el país no tenga respiro y no se pueda avanzar. Cuando todo se electoraliza, porque se vuelve campaña, y pareciera que todo el mundo está en campaña, comenzando por el mismo Gobierno, eso es fatal.

Diría que ojalá el paro nacional se libere de cualquier injerencia en temas electorales y que Colombia no quede aprisionada entre los polos y la polarización de la segunda vuelta presidencial, lo cual sería fatal. Hay factores que habría que estudiar porque el país se está exponiendo a una polarización que se hace sobre una nación herida, una nación que todavía tiene mucho riesgo de crueldad y de caer en el abismo de una guerra civil y una nueva violencia.

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