Guatemala: Ríos Montt, el ocaso del último caudillo

Efraín Ríos Montt comparece hoy ante un juzgado penal como sospechoso en un proceso por genocidio perpetrado por el ejército contra indígenas del norte de Guatemala durante su gobierno en los años 80. Esta comparecencia supone el último golpe a una figura política que ha marcado la historia de este país centroamericano en los últimos 40 años y que ahora se encuentra en plena decadencia.

El fiscal responsable del proceso, Manuel Vásquez, comentó que posee “suficientes elementos para poderle sindicar los cargos de genocidio y deberes contra la humanidad a Ríos Montt. Ya en la audiencia después de sus declaraciones se decidirá si podrá ser procesado”.

El proceso que involucra a Ríos Montt se remonta al año 2000, cuando una organización de familiares de víctimas le acusó de las matanzas cometidas por el ejército contra poblaciones indígenas ixiles del norte de Guatemala.El fiscal del MP, Manuel Vásquez, apunta que “la historia que cuentan los sobrevivientes narra que el Ejército aplicó planes de tierra arrasada durante esos años” en comunidades del llamado Triángulo Ixil, de tres departamentos: Quiché, Huehuetenango y Petén.

El expresidente ya en su día aseguró que no temía ser enjuiciado: “si existiese alguna persecución penal en mi contra, se debe cumplir el debido proceso y que se me cite a cualquier tribunal, que yo tengo buena salud y estoy libre a partir del 14 de enero, a las 10 horas, que se termina el antejuicio del que gozo como diputado”.

Democratizador, dictador y “genocida”

Hablar de Efraín Ríos Montt es hacerlo de la historia de Guatemala desde los años 70 cuando era Director de la Academia Militar, y presentó su candidatura a las elecciones presidenciales de 1974, en las que fue derrotado en unos comicios muy poco transparentes. Ríos Montt, que ha pasado en el imaginario internacional como una figura golpista y autoritaria, en los 70 lideró a las fuerzas aperturistas y democratizadoras guatemaltecas frente al régimen militar (1970-1982).

Ríos Montt, tras ser derrotado en 1974 aceptó marcharse del país a un puesto diplomático en España y no secundó los intentos de organizar protestas contra el fraude comentido por el régimenpor parte de sus partidarios.

Los jóvenes oficiales del ejército, disgustados por la dura represión del régimen y por la corrupción, desecadenaron en 1982 un golpe que derribó al presidente Romeo Lucas García e invitaron a Ríos Montt, ya miembro de la evangélica Iglesia del Verbo, a ocupar el poder.

Fue el suyo un régimen duro, y en el que se cometieron algunos excesos, pero como apunta Pedro Trujillo en el diario Prensa Libre no un genocidio: ”los mismos indígenas a quienes “querían destruir” servían como soldados en el ejército “destructor” y ahí no eran “masacrados”, contradicción que no niega matanzas por aclarar ni delitos que no deben ocultarse, pero de ahí a lo otro hay un abismo jurídico, una intencionalidad política y mucha torpeza o mala leche permanente”.

Durante su gestión empezó la decandencia de las formaciones guerrilleras y se detuvo el avance de las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) y Organización Revolucionaria del Pueblo en Armas (ORPA), coordinadas en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG).

Sus deseos de permanecer en el poder más tiempo del previsto e institucionlizar su régimen (a la imagen, se dice, de Augusto Pinochet en Chile) sin abrir la senda de la democratización provocaron el golpe de Estado del 8 de agosto de 1983.

Este fue encabezado por su ministro de Defensa, el general Óscar Humberto Mejía Víctores quien buscaba retomar el camino hacia la democratización iniciado en 1982 y quye culminó con la elección en 1986 de Vinicio Cerezo el primer presidente civil desde 1966.

Desde 1986 su gran objetivo fue regresar al poder a través de las elecciones. En 1990 puso en marcha la Agrupación Nacionalista Guatemalteca (ANG), que con el FUN y el PID  formó la llamada Plataforma No-Venta (PNV). Pero su candidatura, que partía como favorita, fue inhabilitada debido a que un artículo constitucional prohíbe optar al cargo a antiguos mandatarios llegados al poder por medios no democráticos.

Sus votos en las presidenciales fueron a parar a un antiguo colaborador suyo Jorge Serrano Elías, quien se impuso en las elecciones y gobernó entre 1991 y 1993, hasta que trató de dar un autogolpe, inspirado en el ejemplo de Alberto Fujimori, pero las fuerzas militares y sociales no lo secundaron.

El regreso del caudillo

Para las elecciones legislativas de 1994 creó su partido más exitoso, el Frente Republicano Guatemalteco (FRG) que se convirtió en la fuerza más votada, con el 32,2% de los sufragios.

Ríos Montt fue elegido presidente del Congreso con el apoyo de la DCG yel FRG se aseguró la mayoría en el Congreso hasta el final de la legislatura.

Como señalaba Maite Rico en el diario El País en 1999 el éxito electoral de Ríos Montt en los 90 era irónico ya que recibía más votos en las zonas donde teóricamente se habían cometido las mayores masacres.

Rico apuntaba que ”las acusaciones en su contra no han hecho mella en los votantes. Según el informe de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, el general intensificó las matanzas de población indígena (alrededor de 300 muertes le adjudica el Arzobispado de Guatemala) en la guerra contra la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Lo paradójico, y que ha hecho enmudecer a la izquierda, es que buena parte del caudal de los 900.000 votos conseguidos por Ríos Montt procede de las regiones mayas del norte y del occidente, las más castigadas por la guerra y la represión”.

Antes de las elecciones generales del 12 de noviembre de 1995, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) volvió a descalificar a Ríos Montt con el mismo argumento constitucional por lo que el FRG presentó como candidato a Alfonso Portillo.

Con el 22% de los votos en la primera vuelta, Portillo forzó el ballotage con Álvaro Arzú del Partido de Avanzada Nacional que fue el vencedor final con el 51,2%. El FRG nominó de nuevo a Portillo para las eleciones de 1999 donde finalmente el proyecto riosmonttista resultó el vencedor.

Durante el gobierno de Portillo, Ríos Montt se transformó en el hombre fuerte del régimen: fue presidente del Congreso en tres periodos y en 2003 logró por fin, tras el llamado “jueves negro”, que la Corte Constitucional aceptara su candidatura presidencial.

Ese año, el FRG insistió en la inscripción de la candidatura presidencial de Ríos Montt, y movilizó simpatizantes desde todas la regiones hacia la capital, originando serios incidentes que dejaron como saldo la muerte de un periodista.

Pero su candidatura fracasó en los comicios de ese año: acabó tercero, con el 19% de los votos, sin posibilidad de pasar a la segunda vuelta que disputaron Óscar Berger y Álvaro Colom.

La decandencia del caudillo

Ese fue el inicio de la decadencia política del FRG y de Ríos Montt. En 2007 el candidato del FRG, Luis Rabbé, solo logró el 7% de los votos y en 2011 su hija Zury Ríos finalmente retiró su candidatura presidencial.

El politólogo Juan Ramón Ruiz comentó al diario Prensa Libre que “la debacle del FRG tuvo su origen en varios aspectos: primero, el desgaste que le causaron aquellos que ocuparon cargos públicos durante su gobierno, y que estuvieron involucrados en corrupción. Segundo: el caudillismo que prevalece en la mayoría de partidos, como el FRG, cuyo máximo líder, Ríos Montt, no procuró formar nuevos liderazgos”.

Ríos Montt, con 85 años, decidió en 2010 concluir con su carrera política, después de más de 35 años en el primer plano: “estoy consciente de las posibilidades y capacidades, me faltan 15 años para cumplir los 100, vano es que yo esté aquí meditando”.

Por eso, no fue reelegido en 2011 como diputado para un tercer período de cuatro años y el 14 de enero pasado entregó su escaño en el Congreso. Al dejar de ser diputado, perdió su inmunidad parlamentaria.

Sin embargo la historia le persigue y no le va a dejar salir del primer plano político, ahora por la acusación por genocidio y por la inicitiva de la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, ante la Audiencia Nacional de España un proceso penal por los delitos de genocidio, terrorismo de Estado y torturas

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