El día 15 de octubre es el Día del Preso Político en Colombia. Es un día para honrar aquellos que, desde aquellas difíciles condiciones de la cárcel, dan su aporte a la transformación social del país, para hacer eco de sus reivindicaciones y para reflexionar sobre el papel del sistema carcelario en el sistema capitalista.
Se conmemora este día la detención y posterior ejecución extrajudicial de Luis Carlos Cardenas Arbelaéz en el año 1973. El dirigente sindical fue capturado por la Unidad Operativa de la IV Brigada en Medellín y posteriormente asesinado a bala.
A continuación, está la entrevista que REDHER realizó a Gloria Silvia, defensora de los derechos humanos y de los presos y presas políticas, del Equipo Jurídico Pueblos.
P/ ¿Cuál es el sentido de conmemorar este día para ustedes y para los presos políticos?
Siempre ha habido un interés del poder hegemónico de negar la existencia de presos políticos. Sobre todo, en regímenes que posan de ser democráticos. Porque la gente asocia que presos políticos solo existen en regímenes dictatoriales y que son básicamente políticos que están presos. Esta idea es una distorsión completa.
Desde el movimiento popular a nivel mundial damos un sentido distinto a lo que significa ser preso político. Visibilizar la existencia de presas y presos políticos es visibilizar las distintas luchas de los pueblos del mundo y entender que quienes están en la cárcel son producto de estas contradicciones.
Pensamos que la sociedad en su conjunto tiene que reflexionar sobre el hecho que hay personas que son perseguidas por su pensamiento y por su hacer contrahegemónico.
Visibilizar a los presos y presas políticas es sacar a la luz que existe una resistencia a la represión. Quien se olvida de los presos, olvida de la lucha; por esto la solidaridad con los presos políticos forma parte de esta resistencia.
P/ ¿Qué distingue un preso político de un preso común?
Hay varios elementos que los distinguen, pero también nos lleva a una reflexión necesaria.
Primero, un preso político es un opositor al sistema imperante, ni siquiera solo a su gobierno, sino al sistema. En la base de su concepción de vida es el colectivo y no el individuo. Hay una causa colectiva que está detrás de su accionar y su estilo de vida. Esto recoge a personas que luchan con las armas pero también las que luchan con las ideas o desde las organizaciones del movimiento popular.
También hay gente que llega a la cárcel solo por el hecho de vivir en una zona de control guerrillero. Nos preguntamos, ¿Son o no son presos políticos? No están ahí por una conciencia colectiva pero los campesinos tienen sus propias formas de organizarse de relacionarse, etc. Siempre las organizaciones campesinas han sido señaladas como parte de la insurgencia. Para nosotros no es importante determinar cuál es esta relación para definir si es o no un preso político.
Por otro lado, quienes van a la cárcel responde a una definición política. ¿Cuáles son los grupos sociales que van a la cárcel y cuáles son los grupos que no son tocados? Siempre dicen que la ley es para todo el mundo, pero esto es pura carreta porque ni se persigue a todo el mundo ni la ley es para todos. Esto es algo que cualquier persona percibe, no es difícil entenderlo. Y abre la puerta para decir que todos los presos que vienen de los sectores populares son políticos porque es política la decisión de criminalizar la pobreza. Es otro criterio que se viene posicionando en la reflexión sobre quiénes son los presos y presas políticas.
Y luego hay los criterios que usa el gobierno. Generalmente, a las personas presas les juzgan por delitos políticos y los delitos políticos según la ley son sumamente limitados. Está rebelión, sedición, asonada y hasta ahí. Y es el sentido que usa el gobierno actual y que pone sobre la mesa en las negociaciones con el ELN. Según ellos, la persona a quién le adjudican un delito común, por ejemplo, secuestro o extorsión, no es preso político.
Caracterizar a los presos políticos es algo que siempre va a merecer una reflexión. Las realidades son cambiantes.
¿Cuántos presos políticos hay en Colombia actualmente?
Por todas estas aristas en la definición de quienes son los presos políticos, es difícil decir. Pero se habla de 1,200 o 1,300 en la actualidad. La mayoría de ellos son personas alzadas en armas. Y los que vienen de las protestas y primeras líneas son 50 o 60 que están privados de la libertad, porque muchos/as han salido por vencimiento de términos pero sus procesos judiciales siguen.
¿Cómo es la situación de los presos políticos en la cárcel en este momento?
Siempre en la cárcel las condiciones son precarias. El acceso a la salud, alimentación, visitas, etc. No obstante, hay un grupo de presos políticos que son del ELN y han tenido alguna mejoría en sus condiciones a partir de los acuerdos que se han ido firmando en el marco del diálogo.
Una gran cantidad de presos y presas políticas han sido clasificadas de “alta peligrosidad” y esto les implica limitaciones mucho mayores. Por ejemplo, las visitas no tienen la misma regularidad ni las mismas condiciones que las de otras personas privadas de libertad. No les permiten ingresar de manera igual alimentos y sus traslados para atención médica son muchísimas más complejas porque requieren de adecuar unas condiciones de seguridad como ciertos vehículos y un grupo especial de traslados para que supuestamente se puedan evitar fugas. Son cosas que terminan limitando su acceso a derechos. “No le podemos llevar al hospital porque no tenemos el vehículo o no tenemos el grupo especializado” o cualquier cosa. En la negociación lograron que el INPEC – Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario – concentrara a los presos del ELN en cinco establecimientos de reclusión de mediana seguridad. Esto cambió algunas condiciones y bajó en alguna medida esta presión permanente, aunque el marco de precariedad en la cárcel es generalizado, es para todos. Claro, los que están en la Picota aún están en una cárcel de alta seguridad.
También se negoció que los presos políticos se ubicaran en cárceles más cercanos a su lugar de procedencia para permitir mayor contacto con sus familiares. Y finalmente, la concentración de los presos en solo cinco centros era para permitirles construir vida colectiva, así rescatando un rasgo principal de su identidad, de su esencia. Porque la política carcelaria durante años ha buscado atomizarlos en grupos pequeños y en patios distintos para que no pueden construir vida colectiva. En estas condiciones tienen que maniobrar para medio encontrarse con sus compañeros y darse una palabra de aliento. Otro eje de esta política ha sido mandarles lejos de su familia, rompiendo su red natural de apoyo emocional.
Pero estos avances no son solo resultado de las negociaciones en la mesa, sino también de la lucha de años de los presos políticos. Por ejemplo, en Cúcuta, donde esta semana haremos el acto de conmemoración, los presos políticos siempre han tenido un peso particular en la población penitenciaria debido a una tradición de organización muy fuerte. Así es que tienen tres patios regidos por otras lógicas de convivencia, aunque también se encuentran unos presos sociales ahí que se han integrado a estas dinámicas. Esto implica que han mantenido su colectividad contra viento y marea. El nivel de administración de proyectos colectivos que han desarrollado ha sido muy bueno y ha beneficiado no solo a ellos, sino también a los otros presos. Esto les ha ganado espacios. Pero también las huelgas de hambre, movilizaciones de familiares y el buen relacionamiento con organizaciones sociales a fuera han sido claves para que las reivindicaciones del Colectivo de Presos Políticos Alirio de Jesús Pedraza Becerra hayan tenido eco.
Sin embargo, también hay retrocesos en este proceso. Con la suspensión del cese de fuego y la acción militar del ELN contra una base militar en Arauca en septiembre, el INPEC movió todos los presos políticos en Arauca a cárceles de distintos lugares del país. Los dispersó con una supuesta sospecha que se estaba preparando una fuga, pero realmente era una medida de retaliación, de cobrar políticamente esa acción de guerra, a través de una medida que implicar mayores limitaciones carcelarias para estas personas, una desmejora en sus condiciones de vida.
¿Ha cambiado la política del INPEC durante el gobierno de Gustavo Petro?
Yo creo que hay algunos cambios. En algunas cosas hay mayor acceso y menor resistencia del sistema. Por ejemplo, hay menor resistencia al trabajo de organizaciones de derechos humanos en las cárceles.
Pero cambios fundamentales no ha habido. La concepción de base no ha cambiado en nada y muchísimo menos han logrado modificar los problemas estructurales que existen en las cárceles. No hay cambios en la corrupción ni el cacicazgo en estos centros, esto sigue intacto.
¿Cuáles son las principales reivindicaciones de los presos políticos en este momento?
La primera reivindicación es que les permiten mantener su vida colectiva para resolver sus propias necesidades de salud, para ordenar las visitas, para protegerse y para organizar sus grupos de estudios y análisis de la realidad. La vida colectiva es esencial para los presos políticos, obedece a una visión del mundo y de las relaciones sociales.
La otra es que les sacan de la lista de los Grupos Armado Organizados. Este término viene de los Derechos Internacionales Humanitarios y aparentemente es imparcial, pero ha sido muy manoseado en Colombia. Lo han usado para equiparar a las insurgencias con los grupos paramilitares diciendo que son la misma cosa, luego para blindar jurídicamente el Estado, diciendo que los paramilitares son grupos delincuenciales que no tienen relación con el Estado. Pero la realidad es que los paramilitares nunca han sido adversarios del Estado. Ha sido una forma muy conveniente de aplicar el DIH. En otro momento dijeron que los paramilitares no eran GAO sino BACRIM, bandos criminales, que deben ser perseguidos por la policía, pero no combatido por el ejército porque son un problema delincuencial. Luego rescatan la figura de GAO en el marco del proceso de negociación con la FARC, para nuevamente incorporar como tal a los grupos paramilitares. Con la implementación de los Acuerdos de la Habana, se expide la Ley 1908 de 2018, en la cual se establece que este tipo de Organizaciones deben sujetarse a procesos de sometimiento a la justicia. Sacarles de la lista de GAO implica reconocerles su estatus de “rebelde”. Petro ya lo hizo con una resolución, pero debe profundizarse, explicitar que no son GAO y que no están en la cárcel por estar metido en otras cosas que no sean la lucha por la transformación social.
¿Qué actividades están planificados para conmemorar el Día del Preso Político este año?
Tenemos una jornada de reflexión en la Universidad Pedagógica en Bogotá. Es muy significativo realizarlo ahí porque las universidades públicas han sido de los territorios más vulnerados con la criminalización del pensamiento crítico. Han puesto una alta cuota de presos políticos. Habrá conversatorios sobre distintos ejes temáticos, espacios culturales, espacios de memoria y olla comunitaria.
Luego vamos a hacer unas jornadas virtuales para visibilizar que el problema de los presos políticos es un problema del mundo, no solo de Colombia. Queremos visibilizar la racionalidad colonial, imperialista y patriarcal de la situación de los presos políticos. Sacar a la luz que en todo el mundo hay luchas populares y los presos políticos son el resultado de la represión de estas luchas. La cárcel es un dispositivo del sistema para destruir colectivos como también lo es los asesinatos y desapariciones. Buscan destruir a colectivos, no a individuos. Vamos a tener tres espacios de discusión con compañeros de Palestina, Filipinas, México, Perú, Argentina y El Salvador para entender mejor la solidaridad e internacionalismo que exige transformaciones estructurales en el mundo.
Y luego trasladamos estas reflexiones a una cárcel, que será Cúcuta este año, para integrar a la población carcelaria en esta discusión sobre memoria, resistencia, paz total y el momento actual y quiénes son los presos y políticas.
Finalizamos la semana en la Universidad Industrial de Santander el día 21 de octubre con un espacio académico, político con una reflexión sobre el papel de las cárceles en el mundo y visibilizar a las y los perseguidos del sistema.
Todo esto busca visibilizar la existencia de las y los presos políticos pero también honrarles.
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